Las guerras napoleónicas, también llamadas guerras de la Coalición, fueron una serie de conflictos bélicos que tuvieron lugar entre el Primer imperio francés, bajo el mando del emperador Napoleón I Bonaparte (1804–1815) y una serie fluctuante de coaliciones europeas. Fueron en parte una extensión de los conflictos que estallaron a causa de la Revolución francesa (1789-1799) y de las Guerras revolucionarias francesas (1792-1802) (la Guerra de la Primera Coalición (1792-1797) y la Guerra de la Segunda Coalición (1798-1802)), y continuaron, a instigación y gracias al financiamiento del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, durante todo el Primer Imperio francés. Estas guerras produjeron un periodo de dominación francesa de la Europa Continental.
No existe consenso sobre el momento exacto en que comenzaron estas guerras. Hay quienes consideran que empezaron cuando Napoleón alcanzó el poder en Francia, en noviembre de 1799. Sin embargo, otras versiones sitúan el periodo bélico entre 1799 y 1802 en el contexto de las guerras revolucionarias francesas y consideran la ruptura de la paz y declaración de guerra del Reino Unido a Francia en 1803, que siguió al breve periodo de paz del Tratado de Amiens en 1802 como el punto inicial de las llamadas guerras napoleónicas.
Hubo siete guerras napoleónicas, cinco de las cuales recibieron el nombre de las coaliciones que lucharon contra Napoleón, más dos que recibieron el nombre de sus respectivos teatros: (i) la Guerra de la Tercera Coalición (1803-1806), (ii) la Guerra de la Cuarta Coalición (1806-1807), (iii) la Guerra de la Quinta Coalición (1809), (iv) la Guerra de la Sexta Coalición (1813-1814), (v) la Guerra de la Séptima Coalición (o Cien Días; 1815), (vi) la Guerra Peninsular (1807-1814), y (vii) la invasión francesa de Rusia (1812).
Tras convertirse en el primer cónsul de Francia en 1799, gracias al golpe de Estado del 18 de brumario, Napoleón asumió el control de la políticamente caótica Primera República francesa. Organizó entonces un Estado francés financieramente estable, con una fuerte burocracia y un ejército profesional. Poco después estalló la guerra: Gran Bretaña declaró la guerra a Francia el 18 de mayo de 1803, poniendo fin a la Paz de Amiens y formando una coalición compuesta por ella misma, Suecia, Rusia, Nápoles y Sicilia. Frank McLynn sostiene que Gran Bretaña entró en guerra en 1803 por una «mezcla de motivos económicos y neurosis nacional: una ansiedad irracional sobre los motivos e intenciones de Napoleón». La flota británica al mando del almirante Nelson aplastó decisivamente a la armada conjunta franco-española en la batalla de Trafalgar en octubre de 1805. Esta victoria aseguró el control británico de los mares e impidió una planeada invasión de Gran Bretaña. En diciembre de 1805, Napoleón derrota al ejército aliado ruso-austriaco en Austerlitz, poniendo fin a la Tercera Coalición y obligando a Austria a firmar la paz. Preocupada por el aumento del poder francés, Prusia lideró la creación de la Cuarta Coalición con Rusia, Sajonia y Suecia, que reanudó la guerra en octubre de 1806. Napoleón no tardó en derrotar a los prusianos en Jena y a los rusos en Friedland, instaurando una paz tensa en el continente. El tratado no logró poner fin a la tensión, y la guerra estalló de nuevo en 1809, con la mal preparada Quinta Coalición, liderada por Austria. Al principio, los austriacos obtuvieron una sorprendente victoria en Aspern-Essling, pero fueron rápidamente derrotados en Wagram.
Con la esperanza de aislar y debilitar económicamente a Gran Bretaña a través de su Sistema Continental, Napoleón lanzó una invasión de Portugal, el único aliado británico que quedaba en la Europa continental. Tras ocupar Lisboa en noviembre de 1807, y con el grueso de las tropas francesas presentes en España, Napoleón aprovechó la oportunidad para volverse contra su antiguo aliado, deponer a la familia real española reinante y declarar a su hermano rey de España en 1808 con el nombre de José I. Los españoles y portugueses se rebelaron con el apoyo británico y expulsaron a los franceses de Iberia en 1814 tras seis años de lucha.
Al mismo tiempo, Rusia, poco dispuesta a soportar las consecuencias económicas de la reducción del comercio, violaba sistemáticamente el Bloqueo Continental, lo que llevó a Napoleón a lanzar una invasión masiva de Rusia en 1812. La campaña resultante acabó en desastre para Francia y en la casi destrucción de la Grande Armée de Napoleón.
Alentados por esta derrota, Austria, Prusia, Suecia y Rusia formaron la Sexta Coalición e iniciaron una nueva campaña contra Francia, derrotando decisivamente a Napoleón en Leipzig en octubre de 1813 tras varios enfrentamientos no concluyentes. Los aliados invadieron Francia por el este, mientras la Guerra Peninsular se extendía al suroeste del país. Las tropas de la Coalición tomaron París a finales de marzo de 1814 y obligaron a Napoleón a abdicar en abril. Fue exiliado a la isla de Elba y los Borbones fueron restaurados en el poder. Sin embargo, Napoleón escapó en febrero de 1815 y reasumió el control de Francia durante unos cien días. Los aliados formaron la Séptima Coalición, le derrotaron en Waterloo en junio de 1815 y le exiliaron a la isla de Santa Elena, donde murió seis años después.
Las guerras napoleónicas finalizaron el 20 de noviembre de 1815 tras la derrota final de Napoleón en la batalla de Waterloo y el Segundo Tratado de París de 1815. En conjunto, el casi continuado período de guerras comprendido entre el 20 de abril de 1792 y el 20 de noviembre de 1815 es llamado con frecuencia La Gran Guerra Francesa (anterior a la Primera Guerra Mundial, llamada simplemente La Gran Guerra).
El Congreso de Viena redibujó las fronteras de Europa y trajo un periodo de relativa paz. Las guerras tuvieron profundas consecuencias en la historia mundial, como la difusión del nacionalismo y el liberalismo, el ascenso de Gran Bretaña como primera potencia naval y económica del mundo, la aparición de movimientos independentistas en América Latina y el posterior declive de los Imperios español y portugués, la reorganización fundamental de los territorios alemanes e italianos en Estados más grandes y la introducción de métodos radicalmente nuevos para llevar a cabo la guerra, así como del derecho civil. Tras el final de las Guerras napoleónicas, se produjo un periodo de relativa paz en la Europa continental, que duró hasta la Guerra de Crimea de 1853.
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