Las armas químicas utilizan las propiedades tóxicas de sustancias químicas para matar, herir o incapacitar. El armamento químico se diferencia de las armas convencionales o armas nucleares porque sus efectos destructivos no se deben principalmente a una fuerza explosiva.
El uso ofensivo de organismos vivientes (como el Bacillus anthracis, agente responsable del carbunco) es generalmente caracterizado como arma biológica, más que como arma química; los productos tóxicos producidos por organismos vivos (p. ej., toxinas como la toxina botulínica, ricina o saxitoxina) son considerados armas químicas.
Según la Convención sobre Armas Químicas de 1994, se considera arma química a cualquier sustancia química tóxica, sin importar su origen, con la excepción de que sean utilizados con propósitos permitidos.
Las armas químicas están clasificadas como armas de destrucción masiva por las Organización de las Naciones Unidas y su producción y almacenamiento está proscrita por la ya mencionada convención de 1994.
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