Este blog está destinado hacia las personas que más le gustan las guerras y el interés que suelen causar ciertos momentos históricos que no sabiamos. Hecho por: Ismael G
Batallas
sábado, 3 de junio de 2023
Índice
En esta presentación voy a hablar sobre las 20 guerras más grandes de la historia y de las armas más peligrosas que fueron capaces de derrotar ejércitos.
1 Segunda Guerra Mundial
1 La Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue uno de los acontecimientos fundamentales de la historia contemporánea tanto por sus consecuencias como por su alcance universal. Las «potencias del Eje» (los regímenes fascistas de Alemania e Italia, a los que se unió el militarista Imperio japonés) se enfrentaron en un principio a los países democráticos aliados (Francia e Inglaterra), a los que se sumaron tras la neutralidad inicial los Estados Unidos y, pese a las divergencias ideológicas, la Unión Soviética; sin embargo, esta lista de los principales contendientes omite multitud de países que acabarían incorporándose a uno u otra bando.
La Segunda Guerra Mundial, en efecto, fue una nueva «guerra total» (como lo había sido la «Gran Guerra» o Primera Guerra Mundial, 1914-1918), desarrollada en vastos ámbitos de la geografía del planeta (toda Europa, el norte de África, Asia Oriental, el océano Pacífico) y en la que gobiernos y estados mayores movilizaron todos los recursos disponibles, pudiendo apenas ser eludida por la población civil, víctima directa de los más masivos bombardeos vistos hasta entonces.
En el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial suelen distinguirse tres fases: la «guerra relámpago» (desde 1939 hasta mayo de 1941), la «guerra total» (1941-1943) y la derrota del Eje (desde julio de 1943 hasta 1945). En el transcurso de la «guerra relámpago», así llamada por la nueva y eficaz estrategia ofensiva empleada por las tropas alemanas, la Alemania de Hitler se hizo con el control de toda Europa, incluida Francia; sólo Inglaterra resistió el embate germánico.
En la siguiente etapa, la «guerra total» (1941-1943), el conflicto se globalizó: la invasión alemana de Rusia y el ataque japonés a Pearl Harbour provocaron la incorporación de la URSS y los Estados Unidos al bando aliado. Con estos nuevos apoyos y el fracaso de los alemanes en la batalla de Stalingrado, el curso de la guerra se invirtió, hasta culminar en la derrota del Eje (1944-1945). Italia fue la primera en sucumbir a la contraofensiva aliada; Alemania presentó una tenaz resistencia, y Japón sólo capituló después de que sendas bombas atómicas cayeran sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
El miedo a la expansión del comunismo soviético había hecho que Hitler fuese visto por las democracias occidentales como un mal menor, suposición que sólo desmentiría el desarrollo de la contienda. La Segunda Guerra Mundial costó la vida a sesenta millones de personas, devastó una vez más el continente europeo y dio paso a una nueva era, la de la «Guerra Fría». Las dos nuevas superpotencias surgidas del desenlace de la guerra, los Estados Unidos y la URSS, lideraron dos grandes bloques militares e ideológicos, el capitalista y el comunista, que se enfrentarían soterradamente durante casi medio siglo, hasta que la disolución de la Unión Soviética en 1991 inició el presente orden mundial.
Dividida en dos áreas de influencia, la Occidental pro americana y el Este comunista, Europa, como el resto del mundo, quedó reducida a tablero de las superpotencias, y aunque la Europa occidental recuperó rápidamente su prosperidad, perdió definitivamente la hegemonía mundial que había ostentado en los últimos cinco siglos; en el exterior, tal declive se visualizaría en el proceso descolonizador de las siguientes décadas, por el que casi todas las antiguas colonias y protectorados europeos en África y Asia alcanzaron la independencia.
2 La Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial, también llamada la Gran Guerra, fue un conflicto militar de carácter mundial, aunque centrado en Europa, que empezó el 28 de julio de 1914 y finalizó el 11 de noviembre de 1918, cuando Alemania aceptó las condiciones del armisticio.
El entusiasmo inicial de todas las partes respecto a una victoria rápida y decisiva se desvaneció cuando la guerra se empantanó en un punto muerto de costosas batallas y guerra de trincheras, particularmente en el frente occidental. El sistema de trincheras y fortificaciones en el oeste se extendió en su punto máximo a 475 millas (764 km), aproximadamente desde el Mar del Norte hasta la frontera suiza, y definieron la guerra para la mayoría de los combatientes norteamericanos y de Europa Occidental. La vasta extensión del frente oriental impedía una guerra de trincheras a gran escala, pero la escala del conflicto era equivalente a la del frente occidental. También hubo intensos combates en el norte de Italia, en los Balcanes y en la Turquía otomana. Los combates tuvieron lugar en el mar y, por primera vez, en el aire.
En abril de 1917, se produjo un cambio decisivo en las hostilidades cuando la política de guerra submarina irrestricta de Alemania sacó a Estados Unidos del aislacionismo y lo llevó al centro del conflicto. Las nuevas tropas y el nuevo material de la Fuerza Expedicionaria Estadounidense (American Expeditionary Force, AEF) bajo el mando del General John J. Pershing, junto con el bloqueo en constante aumento de los puertos alemanes, a la larga ayudaron a cambiar el equilibrio del esfuerzo bélico a favor de la Entente.
Apenas conseguida, esta ventaja para las fuerzas de la Entente fue compensada por los sucesos que tuvieron lugar en el teatro de operaciones oriental de la guerra. Desde comienzos de 1917, Rusia, una de las potencias principales de la Entente, había sufrido una gran agitación. En febrero de ese año, el mal manejo de la guerra por parte del gobierno zarista había contribuido a inspirar un levantamiento popular: la Revolución de Febrero. La revolución forzó la abdicación del zar Nicolás II y puso en el poder un Gobierno Provisional de facciones liberales y socialistas, que a fin de cuentas estaba bajo el mando del miembro del partido Socialista Revolucionario, Alexander Kerensky. Este breve experimento con la democracia pluralista fue caótico y, en los meses del verano, el continuo deterioro del esfuerzo bélico y una situación económica cada vez más calamitosa provocó disturbios por parte de los trabajadores, los soldados y los marinos rusos ("Los días de julio").
El 24 y 25 de octubre de 1917, las fuerzas bolcheviques (izquierda socialista) al mando de Vladimir Lenin tomaron los principales edificios del Gobierno y asaltaron el Palacio de Invierno y luego la sede del nuevo Gobierno en la capital de Rusia, Petrogrado (actual San Petersburgo). La "Gran Revolución Socialista de Octubre", el primer golpe marxista exitoso de la historia, desalojó al ineficaz Gobierno Provisional y finalmente estableció una República Socialista Soviética bajo la dirección de Lenin. Las radicales reformas sociales, políticas, económicas y agrarias del nuevo Estado soviético en los años de la posguerra inquietarían a los gobiernos democráticos occidentales que, temían tanto la expansión del comunismo por toda Europa, que estuvieron dispuestos a transigir o sosegar a regímenes de derecha (incluyendo a la Alemania nazi de Adolf Hitler) en las décadas de 1920 y 1930.
Pero el efecto inmediato de la Revolución Rusa en el escenario europeo fue una brutal y prolongada guerra civil en tierras rusas (1917-1922) y la decisión de los líderes bolcheviques de hacer las paces por separado con la Alemania del Kaiser. Cuando las negociaciones fracasaron totalmente debido a las exigencias alemanas, el ejército alemán lanzó una ofensiva general en el frente oriental, que produjo el Tratado de Paz de Brest-Litovsk el 6 de marzo de 1918.
Pese a los éxitos alemanes (sacar a la Rusia bolchevique de la guerra a fines del invierno de 1918 y llegar a las puertas de París durante el verano), los ejércitos de la Entente repelieron al ejército alemán en el río Marne. En los meses del verano y el otoño de 1918, avanzaron sostenidamente contra las líneas alemanas en el frente occidental ("Ofensiva de los cien días").
Las Potencias Centrales comenzaron a rendirse, comenzando con Bulgaria y el Imperio Otomano, en septiembre y octubre, respectivamente. El 3 de noviembre, las fuerzas austrohúngaras firmaron una tregua cerca de Padua, Italia. En Alemania, el amotinamiento de marinos de la armada en Kiel desencadenó una amplia revuelta en las ciudades costeras alemanas, y en las principales áreas municipales de Hannover, Frankfurt del Meno y Munich. Consejos de trabajadores y soldados, basados en el modelo soviético, iniciaron la llamada "Revolución alemana"; la primera "república de consejos" (Räterrepublik) fue establecida bajo la dirigencia del demócrata social independiente (USPD) Kurt Eisner en Bavaria. El sólido Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), bajo la dirigencia de Friedrich Ebert, veía a los consejos recientemente establecidos como un elemento desestabilizador, y abogaba, en su lugar, por las demandas de la opinión pública alemana de una reforma parlamentaria y paz.
La Primera Guerra Mundial representó una de las guerras más destructivas de la historia moderna. Como consecuencia de las hostilidades murieron casi diez millones de soldados, cifra que supera ampliamente la suma de las muertes de militares de todas las guerras de los cien años anteriores. Si bien es difícil determinar con precisión las estadísticas de las bajas, se calcula que 21 millones de hombres fueron heridos en combate.
Las enormes pérdidas a ambos lados del conflicto, en parte, fueron el resultado de la introducción de nuevas armas, como la ametralladora y el gas, así como el hecho de que los jefes militares no adaptaron sus tácticas a la naturaleza crecientemente mecanizada de la guerra. La política de desgaste, particularmente en el frente occidental, les costó la vida a cientos de miles de soldados. El 1 de julio de 1916, la fecha en que se produjo la mayor pérdida de vidas en un solo día, en Somme sólo el ejército británico sufrió más de 57.000 bajas. Alemania y Rusia registraron la mayor cantidad de muertes de militares: aproximadamente 1.773.700 y 1.700.000, respectivamente. Francia perdió el 16% de sus fuerzas movilizadas, la tasa de mortalidad más alta en relación con las tropas desplegadas.
Ningún organismo oficial llevó una cuenta minuciosa de las pérdidas de civiles durante los años de la guerra, pero los estudiosos afirman que 13 millones de no combatientes murieron como consecuencia directa o indirecta de las hostilidades. La mortalidad de las poblaciones de militares y civiles llegó al punto máximo al final de la guerra con el brote de la "gripe española", la más mortífera epidemia de influenza de toda la historia. Como consecuencia del conflicto, millones de personas fueron desarraigadas o desplazadas de sus hogares en Europa y Asia Menor. Las pérdidas industriales y de propiedades fueron catastróficas, especialmente en Francia y Bélgica, donde los enfrentamientos habían sido más intensos.
3 Las invasiones mongolas
Las invasiones de los mongoles se sucedieron durante todo el siglo xiii, dando como resultado el vasto Imperio mongol, que comprendía gran parte de Asia y Europa oriental hacia 1300. Los historiadores consideran que los ataques y las invasiones mongolas son algunos de los conflictos más mortíferos en la historia humana. Landers Brian ha explicado que «Un imperio en particular excedió a cualquiera que los que habían llegado antes, y cruzaron desde Asia a Europa en una orgía de violencia y destrucción. Los mongoles trajeron terror a Europa a una escala no vista hasta el siglo XX». Diana Lary sostiene que las invasiones de los mongoles indujeron el desplazamiento de la población «en una escala nunca antes vista», en particular en Asia central y Europa oriental. Y añade: «la inminente llegada de las hordas mongolas sembró el terror y el pánico». Tsai concluye: «Las conquistas mongoles sacudieron Eurasia y tuvieron gran influencia en la historia del mundo».
El imperio mongol surgió en el curso del siglo xiii por una serie de conquistas e invasiones en toda Asia central y Asiaoccidental, llegando a Europa en la década de 1240. La velocidad y el alcance de la expansión territorial es paralela a la de los hunos /conquistas túrquicas de las invasiones bárbaras (el kaganato túrquico del siglo vi).
Las conquistas territoriales de los mongoles se prolongaron hasta el siglo xiv en China (dinastía Yuan), al siglo xv en Persia (dinastía timúrida) y en Rusia (incursiones mongoles y tártaras contra los estados de Rusia), y al siglo xix en la India (el Imperio mogol).
4 Las guerras del Opio
Las guerras del Opio o las guerras anglo-chinas fueron dos conflictos bélicos que ocurrieron en el siglo xix entre los imperios chino y británico. La primera duró entre 1839 y 1842. La segunda, en la que Francia se implicó con los británicos, estalló en 1856 y duró hasta 1860. Sus causas fueron los intereses comerciales que crearon el contrabando británico de opio en la India y en China y los esfuerzos del gobierno chino por imponer sus leyes a ese comercio.
La derrota china en las dos guerras forzó al gobierno a tolerar el comercio de opio. Los británicos coaccionaron a los chinos para firmar los Tratados Desiguales, abriendo varios puertos al comercio exterior y anexionándose Hong Kong (ver Tratado de Nankín y cesión de Hong Kong al Reino Unido). Portugal siguió a los británicos, forzando términos de intercambio desiguales a China y la ampliación de Macao, bajo dominio portugués desde el siglo xvi.
Lo anterior contribuyó a la Rebelión Taiping a mediados del siglo xix, la Rebelión de los Bóxers a principios del xx, y la caída de la Dinastía Qing en 1912. También provocó el relativo aislamiento chino respecto a Occidente.
5 Rebelión An Lushan
La Rebelión de An Lushan fue una rebelión militar ocurrida en China durante la dinastía Tang, entre los años 755 y 763. Como su nombre indica, fue iniciada por An Lushan, un general que se autoproclamó Emperador y fundó la efímera dinastía Yan. En chino, el término se utiliza frecuentemente para el momento inicial de la rebelión, ya que An Lushan falleció en el año 757, asesinado por su propio hijo An Qingshu, y la rebelión continuó bajo el liderazgo de Shi Siming, que asesinó a An Qingshu. Por ello, el nombre chino más habitual para la rebelión completa es Rebelión de An-Shi . También se la conoce como la Rebelión de Tianbao, por haber comenzado en el año 14 de la era de Tianbao, según la cronología tradicional china.
La rebelión abarcó el reinado de tres emperadores. El primer emperador, Xuanzong, hubo de abandonar con su corte la capital Chang'an y huyó hacia Sichuan. Durante la huida, sus militares le exigieron que ordenara matar a la famosa concubina Yang Guifei y al primo de ésta, Yang Guozhong. El emperador Suzong, hijo de Xuanzong, fue proclamado emperador por el ejército y los eunucos de la corte itinerante mientras que otro grupo de oficiales locales e ilustrados confucianos proclamaron otro príncipe en Jinling (actual Nankín).
La rebelión fue suprimida durante el reinado de Daizong por los generales Guo Ziyi y Li Guangbi. A pesar de resultar victoriosa contra la rebelión, la dinastía Tang se vio fuertemente debilitada por ella y en años sucesivos se vio afectada por el creciente poder de los jefes militares. El conflicto también dejó profundas consecuencias en la política exterior, la cual se volvió mucho más estricta y xenofóbica, contrastando con el carácter cosmopolita y receptivo de la primera mitad del periodo Tang.
Fue uno de los conflictos más destructivos y mortales de la historia china, con estimados que indican que casi un 50% de la población total pereció en la guerra. El censo del 754 daba como resultado 52 880 488 habitantes, mientras que el del 764 daba alrededor de 16 900 0001 (es decir, un descenso de 36 millones). Sin embargo, estos números no son totalmente aceptados en la actualidad. Algunos historiadores como C.P. Fitzgerald han argumentado que las cifras no concuerdan con relatos contemporáneos de la guerra, además que, debido al caos en el Imperio y la decadencia de la autoridad central, no pueden ser considerados como fuentes fiables. Se estima que un cuarto de la población ya no vivía en el área de alcance de los censos, algo debido tanto a la decadencia de los Tang como a la pérdida de importantes territorios. En su obra Crónica definitiva de las 100 peores atrocidades de la Historia, Matthew White estima que el número de bajas reales pudo estar alrededor de los 13 millones.
6 Rebelión Taiping
La Rebelión Taiping fue una guerra civil con grandes connotaciones religiosas y sociales, que ocurrió en China entre los años de 1850 y 1864, en la que se enfrentaron las fuerzas imperiales de la dinastía Qing y el Reino Celestial de la Gran Paz , que ocupó durante el conflicto zonas importantes del sur de China.
El Reino Celestial de la Gran Paz fue un estado teocrático de origen revolucionario, gobernado por un profesor de la etnia hakka llamado Hong Xiuquan, que mezclando diversas doctrinas religiosas creó a Los Adoradores del Emperador con los cuales conquistó las provincias Anhui, Hubei, Jiangxi, Zhejiang y Jiangsu, de las que se proclamó rey y como el nuevo Mesías, siendo hermano menor de Jesucristo e hijo de Shangdi, quería erradicar el culto al demonio y restablecer el Mandato del Cielo.
Las fuentes más fiables estiman el total de muertes en 20 millones de personas, aunque algunas fuentes reclaman que la cantidad de muertos llegó a 50 millones; llegando a considerarse este conflicto como la guerra más sangrienta previa a la Segunda Guerra Mundial.
Solo la intervención de las potencias occidentales a favor del Imperio Qing, el repentino suicidio de Xiuquan en 1864 y la incapacidad de su sucesor, fueron las razones que menguaron la rebelión; sin embargo, dejaba evidencia de la volatilidad social y económica que sufría China durante la segunda mitad del siglo xix, que desencadenaría posteriores rebeliones y derrocaría el gobierno Imperial en 1911 con la Revolución de Xinhai.
7 Manchúes conquistan China
La dinastía Qing, oficialmente Gran Qing, o Estado del Gran Qing, también llamado Imperio Qing o dinastía manchú, fue la última dinastía imperial china, gobernando el actual país entre los años 1644 y 1912. Fue precedida por la dinastía Ming y sucedida por la República de China. El imperio multicultural Qing duró casi tres siglos y formó la base territorial para el Estado chino moderno.
La dinastía fue fundada por el clan Yurchen de Aisin-Gioro en Manchuria, donde a principios del siglo xvii establecieron un estado multi-étnico con capital en Mukden. En 1644, aprovechando el colapso de la dinastía Ming a consecuencia la revuelta de Li Zicheng, el general manchú Dorgon cruzó con ayuda china la Gran Muralla e invadió China, capturando Pekín en 1645. Dorgon proclamó a su sobrino Shunzhi emperador de China, lo que dio comienzo al gobierno de los Qing sobre toda China. La dinastía consolidó su control sobre China rápidamente, y alcanzó su máximo apogeo durante el reinado del emperador Qianlong (r.1735-1796), tras el cual inició un progresivo declive.
Durante el reinado de los primeros emperadores Qing, China vivió una etapa de estabilidad interna y de crecimiento demográfico, territorial y económico sin precedentes. Las conquistas de Qianlong expandieron el imperio Qing por Asia Central, doblando el tamaño del mismo. La población aumentó de unos 130 a unos 400 millones de habitantes, pero los impuestos y los ingresos del gobierno, fijados a niveles muy bajos, se estancaron, lo que a comienzos del siglo xix condujo a una crisis fiscal. El crecimiento territorial y demográfico, afectado por la falta de recursos fiscales del gobierno, sobrecargaron la habilidad del mismo para controlar eficazmente el vasto territorio de China. La corrupción se hizo endémica; sucesivas rebeliones pusieron a prueba la legitimidad del gobierno, y las elites gobernantes fueron incapaces de responder de forma eficaz a los crecientes cambios en el panorama mundial, donde las potencias occidentales demandaban con cada vez más insistencia la apertura comercial de China.
Después de la Primera Guerra del Opio (1839-1842), las potencias occidentales impusieron tratados desiguales, libre comercio, extraterritorialidad y puertos bajo control extranjero. La rebelión Taiping (1850-1864) y la revuelta de Dungan (1862-1877) en Asia Central provocaron la muerte de unos 20 millones de personas, la mayoría de ellas en hambrunas causadas por la guerra. Tras la Segunda Guerra del Opio (1856-1860), las potencias occidentales obligaron a China a reformarse parcialmente, y ayudaron al gobierno Qing a pacificar sus rebeliones internas. A pesar de estos desastres, en la Restauración Tongzhi de la década de 1860, las élites han se unieron en defensa del orden confuciano y de los gobernantes Qing. Las ganancias iniciales del Movimiento de Fortalecimiento Propio se perdieron en la primera guerra sino-japonesa de 1895, en la cual los Qing perdieron su influencia sobre Corea y la posesión de Taiwán. Los Qing trataron de reorganizar sus fuerzas armadas, pero la ambiciosa Reforma de los Cien Días de 1898 fue rechazada en un golpe de Estado por la emperatriz viuda Cixi, líder de la facción conservadora del gobierno. Cuando la lucha por concesiones por parte de potencias extranjeras desencadenó el Levantamiento de los bóxers, las potencias extranjeras intervinieron militarmente en China de nuevo; Cixi les declaró la guerra, lo que llevó a la derrota y a la huida de la corte imperial a Xi'an.
Tras firmar el Protocolo Bóxer en 1900, el gobierno imperial Qing inició reformas fiscales y administrativas sin precedentes, que incluyeron elecciones, un nuevo código legal y la abolición del milenario sistema de exámenes. Sun Yat-sen y otros revolucionarios compitieron con los monárquicos reformistas como Kang Youwei y Liang Qichao para transformar el Imperio Qing en una nación moderna. Después de la muerte de Cixi y del emperador Guangxu en 1908, la facción conservadora de la corte trató de obstruir las reformas. El levantamiento de Wuchang el 11 de octubre de 1911 condujo a la Revolución de Xinhai. El último emperador, Puyi, abdicó el 12 de febrero de 1912, dando fin al Imperio y terminando con más de 2.000 años de tradición imperial china.
8 Campañas de Tamerlán
Tamerlán fue un conquistador, líder militar y político turco-mongol, el último de los grandes conquistadores nómadas del Asia Central. Tamerlán fundó el Imperio timúrida en y alrededor de los actuales Afganistán, Irán y Asia Central, convirtiéndose en el primer gobernante de la dinastía timúrida. Comandante invicto, se le considera uno de los mayores líderes militares y tácticos de la historia, así como uno de los más brutales. Tamerlán también está considerado un gran mecenas del arte y la arquitectura, ya que se relacionó con intelectuales como Ibn Jaldún, Hafez o Hafiz-i Abru, y su reinado introdujo el Renacimiento timúrida.
En poco más de dos décadas, este noble musulmán de origen turco y mongol conquistó ocho millones de kilómetros cuadrados de Eurasia. Entre 1382 y 1405, sus grandes ejércitos cruzaron el continente euroasiático desde Delhi hasta Moscú, desde la cordillera Tian Shan del Asia Central hasta los montes Tauro de Anatolia, conquistando, reconquistando, arrasando algunas ciudades y perdonando a otras. Su fama se extendió por Europa, donde durante siglos fue una figura novelesca y terrorífica. Para algunos pueblos, afectados más directamente por sus conquistas, su memoria, siete siglos después, permanece aún fresca, bien como destructor de ciudades del Oriente Medio, bien como el último gran líder del poder nómada.
Nacido en la confederación nómada de Barlas, en Transoxiana (actual Uzbekistán), el 9 de abril de 1336, Tamerlán se había hecho con el control del kanato occidental de Chagatai para 1370. Desde esa base, lideró campañas militares por Asia occidental, meridional y central, el Cáucaso y el sur de Rusia, derrotando en el proceso a los kanes de la Horda de Oro, los mamelucos de Egipto y Siria, el emergente Imperio otomano y el tardío sultanato de Delhi, en la India, y convirtiéndose en el gobernante más poderoso del mundo islámico. A partir de estas conquistas, fundó el Imperio timúrida, pero este imperio se fragmentó poco después de su muerte.
Tamerlán fue el último de los grandes conquistadores nómadas de la estepa euroasiática, y su imperio sentó las bases para el surgimiento de los imperios islámicos de la pólvora (es decir, los imperios otomano, safávida y mogol), más estructurados y duraderos, en los siglos xvi y xvii. Tamerlán era descendiente tanto de turcos como de mongoles y, si bien probablemente no era descendiente directo de ninguno de ellos, compartía un antepasado común con Gengis Kan por parte de padre, aunque algunos autores han sugerido que su madre podría haber sido descendiente del Kan. Estaba claro que pretendía invocar el legado de las conquistas de Gengis Kan durante su vida. Tamerlán visualizaba la restauración del Imperio mongol y, según Gérard Chaliand, se consideraba heredero de Gengis Kan.
Según Beatrice Forbes Manz, «en su correspondencia formal, Tamerlán continuó durante toda su vida presentándose como el restaurador de los derechos chingisidas». Justificó sus campañas iraníes, mamelucas y otomanas como una reimposición del control legítimo de los mongoles sobre las tierras tomadas por usurpadores". Para legitimar sus conquistas, Tamerlán se basó en los símbolos y el lenguaje islámicos, se refirió a sí mismo como la «Espada del Islam». Fue un mecenas de instituciones educativas y religiosas. Convirtió a casi todos los líderes de Borjigin al Islam durante su vida. Tamerlán derrotó decisivamente a los Caballeros Hospitalarios cristianos en el sitio de Esmirna, llamándose a sí mismo un ghazi. Al final de su reinado, Tamerlán había ganado el control completo sobre todos los remanentes del Kanato de Chagatai, el Ilkanato y la Horda Dorada, e incluso intentó restaurar la dinastía Yuan en China.
Los ejércitos de Tamerlán eran multiétnicos y temidos en Asia, África y Europa, partes considerables de las cuales sus campañas arrasaron. Los estudiosos estiman que sus campañas militares causaron la muerte de 17 millones de personas, lo que representa aproximadamente el 5 % de la población mundial en ese momento. De todas las áreas que conquistó, Khwarazm fue el que más sufrió con sus expediciones, ya que se levantó varias veces contra él.
Tamerlán fue el abuelo del sultán timúrida, astrónomo y matemático Ulugh Beg, que gobernó Asia Central desde 1411 hasta 1449, y el tatarabuelo de Babur (1483-1530), fundador del Imperio Mogol, que entonces gobernó casi todo el subcontinente indio.
9 Guerra civil rusa
La guerra civil rusa fue un conflicto armado múltiple que tuvo lugar entre 1917 y 1923 en el territorio del disuelto Imperio ruso, entre el nuevo gobierno bolchevique y su Ejército Rojo, en el poder desde la Revolución de Octubre de 1917, y del otro lado los militares del ex ejército zarista, agrupados en el denominado Movimiento Blanco, compuesto por conservadores y liberales, favorables a la monarquía y relacionados estrechamente a la Iglesia ortodoxa rusa, así como los socialistas democráticos: los socialistas revolucionarios y los mencheviques contrarios a la revolución bolchevique.
Todos los bandos tuvieron aliados temporales, el Ejército Rojo a menudo con izquierdistas y grupos revolucionarios, y las fuerzas del Ejército Blanco con muchos ejércitos extranjeros (los Estados Unidos, Japón, Francia y el Imperio británico principalmente), apoyo denominado «Intervención Aliada en Rusia»
Otros nacionalistas y grupos políticos regionales también participaron en la guerra, incluidos los nacionalistas ucranianos del Ejército Verde, los anarquistas ucranianos del Ejército Negro y las Guardias Negras, y señores de la guerra o «atamanes».
Los enfrentamientos más intensos tuvieron lugar desde 1918 hasta 1920, pero la resistencia continuó en algunas zonas del país hasta 1922: podemos citar el levantamiento de Kronstadt, los majnovistas, la rebelión de Tambov y la resistencia final del Movimiento Blanco en el este. Las grandes operaciones militares terminaron el 22 de octubre de 1922, cuando el Ejército Rojo ocupó Vladivostok, ocupado anteriormente por el Gobierno Provisional de Primorie. El último enclave de las fuerzas blancas, comandadas por Anatoli Pepeliáyev, fue el distrito Ayano-Mayski (Ayán y Ojotsk), en la costa del Pacífico, que no capituló hasta el 17 de junio de 1923.
Los historiadores soviéticos tradicionalmente no aplican el calificativo «rusa» y utilizan la expresión «guerra civil e intervención militar de 1917-1922», e incluyen tanto la guerra polaco-soviética, la guerra de independencia de la República Popular de Ucrania, así como la resistencia de los Basmachí y la intervención en Asia Central.
10 Rebelión de los dunganes
La rebelión de los dunganes fue una guerra étnica que tuvo lugar en China entre 1862 y 1877. A veces se agrupa bajo este nombre otro conflicto coetáneo, la rebelión panthay de Yunnan, al suroeste de China. Estrictamente, la rebelión de los dunganes afectó a las provincias chinas de Shaanxi, Gansu, Ningxia y Xinjiang, donde se levantaron diversos grupos musulmanes contra la dinastía Qing. Finalmente la rebelión fue sofocada y los dunganes huyeron en masa a los países periféricos.
11 La Reconquista
Se denomina Reconquista al período de la historia de la península ibérica de aproximadamente 780 años entre la conquista omeya de Hispania en 711 y la caída del reino nazarí de Granada en 1492 ante los reinos cristianos en expansión: esta conquista completa de Granada marca el final del periodo.
La historiografía tradicional utiliza el término «Reconquista» a partir del siglo xix para lo que previamente se conocía como «restauración» de los reinos cristianos visigodos, entendida como conquista de nuevos terrenos por unas nuevas monarquías que pretendían restablecer un orden político y religioso preexistente.
El comienzo de la Reconquista se marca con la batalla de Covadonga (718 o 722), la primera victoria conocida de las fuerzas militares cristianas en la península ibérica desde la intervención militar de las fuerzas combinadas árabe-bereber de 711. En esa pequeña batalla, un grupo liderado por el noble Pelayo derrotó a una patrulla musulmana en las montañas de la cordillera cantábrica y estableció el reino cristiano independiente de Asturias. La Reconquista terminó con la conquista del emirato de Granada, el último estado musulmán en la península, en 1492, la conquista y caída fue precedida por las Capitulaciones de Granada o Tratado de Granada (1491).
Después de 1492 toda la península fue controlada por gobernantes cristianos. La Reconquista fue seguida por el Edicto de Granada (1492) que expulsó a los judíos de Castilla y Aragón que no se convirtieron al cristianismo, y una serie de edictos (1499-1526) que forzaron las conversiones de los musulmanes en España, y en 1609-1610, su destierro. Desde mediados del siglo xix, la idea de una «reconquista» se arraigó en España asociada a su creciente nacionalismo y colonialismo.
El término «Reconquista» ha sido muy discutido por algunos académicos e incluso su uso ha sido cuestionado por supuestamente no responder a la realidad histórica medieval peninsular.
12 Guerra de los Treinta Años
La guerra de los Treinta Años fue una guerra librada en la Europa Central (principalmente el Sacro Imperio Romano Germánico) entre los años 1618 y 1648, en la que intervinieron la mayoría de las grandes potencias europeas de la época. Esta guerra marcó el futuro del conjunto de Europa en los siglos posteriores.
Aunque inicialmente se trataba de un conflicto político-religioso entre Estados partidarios de la reforma y la contrarreforma dentro del propio Sacro Imperio Romano Germánico, la intervención paulatina de las distintas potencias europeas convirtió gradualmente el conflicto en una guerra general por toda Europa, por razones no necesariamente relacionadas con la religión: búsqueda de una situación de equilibrio político, alcanzar la hegemonía en el escenario europeo, enfrentamiento con una potencia rival, etc.
La guerra de los Treinta Años llegó a su final con la Paz de Westfalia y la Paz de los Pirineos, y supuso el punto culminante de la rivalidad entre Francia y los territorios de los Habsburgo (el Imperio español y el Sacro Imperio Romano Germánico) por la hegemonía en Europa, que conduciría en años posteriores a nuevas guerras entre ambas potencias.
El mayor impacto de esta guerra, en la que se usaron mercenarios de forma generalizada, fue la total devastación de lugares enteros que fueron esquilmados por los ejércitos necesitados de suministros. Los continuos episodios de hambrunas y enfermedades diezmaron la población civil de los Estados alemanes y, en menor medida, de los Países Bajos e Italia, además de llevar a la bancarrota a muchas de las potencias implicadas. Aunque la guerra duró treinta años, los conflictos que la generaron siguieron sin resolverse durante mucho tiempo.
Durante el curso de esta, la población del Sacro Imperio se vio reducida en un 30 %. En Brandeburgo se llegó al 50 %, y en otras regiones incluso a dos tercios. La población masculina en Alemania disminuyó a la mitad. En los Países Checos la población cayó en un tercio a causa de la guerra, el hambre, las enfermedades y la expulsión masiva de checos protestantes. Solo los ejércitos suecos destruyeron durante la guerra 2000 castillos, 18 000 villas y 1500 pueblos en Alemania.
En el territorio del Sacro Imperio Romano Germánico, que se convirtió en el principal teatro de operaciones. La larga serie de conflictos que forman la guerra pueden dividirse en cuatro etapas diferenciadas:
- La revuelta bohemia e intervención alemana (1618-1625).
- La intervención danesa (1625-1629).
- La intervención sueca (1630-1635).
- La intervención francesa (1635-1648).
Los conflictos fuera de Alemania tomaron la forma de guerras locales: la Guerra de España con los Países Bajos, la Guerra de Sucesión de Mantua, la Guerra de la Valtelina, la Guerra de los Grisones suizos, la Guerra anglo-española, la Guerra anglo-francesa, la Guerra Ruso-Polaca, Guerra Polaco-Sueca, Guerra Polaco-Otomana, Guerra Franco-Española, Guerra de Torstenson, Guerra de Restauración portuguesa, etc. Sigfried Steinberg también marca la Guerra de los Treinta Años como doce guerras interrumpidas por la tregua y la paz. La Guerra de los Treinta Años no duró 30 años sin telón, pero se firmaron 13 guerras y 10 tratados de paz, y los historiadores de la época del siglo xvii miraron cada uno por separado en vez que estas guerras se consideraron una sola, y la palabra artificial "Guerra de los Treinta Años" se acuñó a finales del siglo xvii.
13 Guerras napoleónicas
Las guerras napoleónicas, también llamadas guerras de la Coalición, fueron una serie de conflictos bélicos que tuvieron lugar entre el Primer imperio francés, bajo el mando del emperador Napoleón I Bonaparte (1804–1815) y una serie fluctuante de coaliciones europeas. Fueron en parte una extensión de los conflictos que estallaron a causa de la Revolución francesa (1789-1799) y de las Guerras revolucionarias francesas (1792-1802) (la Guerra de la Primera Coalición (1792-1797) y la Guerra de la Segunda Coalición (1798-1802)), y continuaron, a instigación y gracias al financiamiento del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, durante todo el Primer Imperio francés. Estas guerras produjeron un periodo de dominación francesa de la Europa Continental.
No existe consenso sobre el momento exacto en que comenzaron estas guerras. Hay quienes consideran que empezaron cuando Napoleón alcanzó el poder en Francia, en noviembre de 1799. Sin embargo, otras versiones sitúan el periodo bélico entre 1799 y 1802 en el contexto de las guerras revolucionarias francesas y consideran la ruptura de la paz y declaración de guerra del Reino Unido a Francia en 1803, que siguió al breve periodo de paz del Tratado de Amiens en 1802 como el punto inicial de las llamadas guerras napoleónicas.
Hubo siete guerras napoleónicas, cinco de las cuales recibieron el nombre de las coaliciones que lucharon contra Napoleón, más dos que recibieron el nombre de sus respectivos teatros: (i) la Guerra de la Tercera Coalición (1803-1806), (ii) la Guerra de la Cuarta Coalición (1806-1807), (iii) la Guerra de la Quinta Coalición (1809), (iv) la Guerra de la Sexta Coalición (1813-1814), (v) la Guerra de la Séptima Coalición (o Cien Días; 1815), (vi) la Guerra Peninsular (1807-1814), y (vii) la invasión francesa de Rusia (1812).
Tras convertirse en el primer cónsul de Francia en 1799, gracias al golpe de Estado del 18 de brumario, Napoleón asumió el control de la políticamente caótica Primera República francesa. Organizó entonces un Estado francés financieramente estable, con una fuerte burocracia y un ejército profesional. Poco después estalló la guerra: Gran Bretaña declaró la guerra a Francia el 18 de mayo de 1803, poniendo fin a la Paz de Amiens y formando una coalición compuesta por ella misma, Suecia, Rusia, Nápoles y Sicilia. Frank McLynn sostiene que Gran Bretaña entró en guerra en 1803 por una «mezcla de motivos económicos y neurosis nacional: una ansiedad irracional sobre los motivos e intenciones de Napoleón». La flota británica al mando del almirante Nelson aplastó decisivamente a la armada conjunta franco-española en la batalla de Trafalgar en octubre de 1805. Esta victoria aseguró el control británico de los mares e impidió una planeada invasión de Gran Bretaña. En diciembre de 1805, Napoleón derrota al ejército aliado ruso-austriaco en Austerlitz, poniendo fin a la Tercera Coalición y obligando a Austria a firmar la paz. Preocupada por el aumento del poder francés, Prusia lideró la creación de la Cuarta Coalición con Rusia, Sajonia y Suecia, que reanudó la guerra en octubre de 1806. Napoleón no tardó en derrotar a los prusianos en Jena y a los rusos en Friedland, instaurando una paz tensa en el continente. El tratado no logró poner fin a la tensión, y la guerra estalló de nuevo en 1809, con la mal preparada Quinta Coalición, liderada por Austria. Al principio, los austriacos obtuvieron una sorprendente victoria en Aspern-Essling, pero fueron rápidamente derrotados en Wagram.
Con la esperanza de aislar y debilitar económicamente a Gran Bretaña a través de su Sistema Continental, Napoleón lanzó una invasión de Portugal, el único aliado británico que quedaba en la Europa continental. Tras ocupar Lisboa en noviembre de 1807, y con el grueso de las tropas francesas presentes en España, Napoleón aprovechó la oportunidad para volverse contra su antiguo aliado, deponer a la familia real española reinante y declarar a su hermano rey de España en 1808 con el nombre de José I. Los españoles y portugueses se rebelaron con el apoyo británico y expulsaron a los franceses de Iberia en 1814 tras seis años de lucha.
Al mismo tiempo, Rusia, poco dispuesta a soportar las consecuencias económicas de la reducción del comercio, violaba sistemáticamente el Bloqueo Continental, lo que llevó a Napoleón a lanzar una invasión masiva de Rusia en 1812. La campaña resultante acabó en desastre para Francia y en la casi destrucción de la Grande Armée de Napoleón.
Alentados por esta derrota, Austria, Prusia, Suecia y Rusia formaron la Sexta Coalición e iniciaron una nueva campaña contra Francia, derrotando decisivamente a Napoleón en Leipzig en octubre de 1813 tras varios enfrentamientos no concluyentes. Los aliados invadieron Francia por el este, mientras la Guerra Peninsular se extendía al suroeste del país. Las tropas de la Coalición tomaron París a finales de marzo de 1814 y obligaron a Napoleón a abdicar en abril. Fue exiliado a la isla de Elba y los Borbones fueron restaurados en el poder. Sin embargo, Napoleón escapó en febrero de 1815 y reasumió el control de Francia durante unos cien días. Los aliados formaron la Séptima Coalición, le derrotaron en Waterloo en junio de 1815 y le exiliaron a la isla de Santa Elena, donde murió seis años después.
Las guerras napoleónicas finalizaron el 20 de noviembre de 1815 tras la derrota final de Napoleón en la batalla de Waterloo y el Segundo Tratado de París de 1815. En conjunto, el casi continuado período de guerras comprendido entre el 20 de abril de 1792 y el 20 de noviembre de 1815 es llamado con frecuencia La Gran Guerra Francesa (anterior a la Primera Guerra Mundial, llamada simplemente La Gran Guerra).
El Congreso de Viena redibujó las fronteras de Europa y trajo un periodo de relativa paz. Las guerras tuvieron profundas consecuencias en la historia mundial, como la difusión del nacionalismo y el liberalismo, el ascenso de Gran Bretaña como primera potencia naval y económica del mundo, la aparición de movimientos independentistas en América Latina y el posterior declive de los Imperios español y portugués, la reorganización fundamental de los territorios alemanes e italianos en Estados más grandes y la introducción de métodos radicalmente nuevos para llevar a cabo la guerra, así como del derecho civil. Tras el final de las Guerras napoleónicas, se produjo un periodo de relativa paz en la Europa continental, que duró hasta la Guerra de Crimea de 1853.
14 La Rebelión de los Turbantes Amarillos
La Rebelión de los Turbantes Amarillos fue una revuelta campesina que estalló el año 184 en China en tiempos del emperador Ling de la dinastía Han. Tomó su nombre de los pañuelos amarillos que los rebeldes llevaban en la cabeza. Es un punto importante en la historia del taoísmo por la asociación de los rebeldes con sociedades taoístas secretas. La revuelta es también el punto de partida de la novela histórica Romance de los Tres Reinos de Luo Guanzhong.
15 Las Cruzadas
Las Cruzadas fueron una serie de guerras religiosas impulsadas por la Iglesia católica en Plena Edad Media. Dichas campañas militares tenían como objetivo declarado recuperar para la Cristiandad la región de Oriente Próximo conocida como Tierra Santa, la cual se encontraba bajo el dominio del islam desde el siglo vii. Los participantes de las cruzadas, conocidos como cruzados, tomaban votos religiosos de manera temporal y se les concedía indulgencia por sus pecados.
Las cruzadas del Mediterráneo Oriental, las primeras a las que se les aplicó este nombre, fueron llevadas a cabo por señores feudales y soberanos de Europa Occidental, sobre todo los de la Francia de los Capetos y el Sacro Imperio Romano, pero también de Inglaterra y Sicilia, a pedido del Papado y, en principio, del Imperio Romano Oriental (bizantino). Tuvieron lugar durante un período de casi dos siglos, entre 1096 y 1291, llevaron al establecimiento efímero de un Reino cristiano en Jerusalén y la conquista temporal de Constantinopla.
Otras guerras con sanción religiosa en España y Europa Oriental, algunas de las cuales culminaron en el siglo xv, recibieron la calificación de cruzadas por parte de la Iglesia. Entre estas se encuentra la lucha de cristianos contra los gobernantes musulmanes de territorios españoles; la persecución contra cataristas en el sur de Francia y, en algún caso, contra el Imperio bizantino o los otomanos.
16 Guerras de religión de Francia
Las Guerras de religión de Francia fueron una serie de enfrentamientos civiles que se desarrollaron en el reino de Francia y en el reino de Navarra durante la segunda mitad del siglo xvi. Se distinguen hasta ocho guerras distintas acontecidas entre 1562 y 1598, si bien la violencia fue constante durante todo el periodo.
El detonante de las Guerras de Religión fueron las disputas religiosas entre católicos y protestantes calvinistas, conocidos como hugonotes, exacerbadas por las disputas entre las casas nobiliarias que abanderaron estas facciones religiosas, en especial los Borbón y los Guisa.
Por añadidura, la guerra civil francesa tuvo dimensiones internacionales, implicando en la lucha a la potencia protestante del momento, la Inglaterra de Isabel I, con la máxima defensora del catolicismo y mayor potencia de la época, la España de Felipe II. Debido a ello, el conflicto influyó de manera determinante en el éxito de la rebelión de las Provincias Unidas contra el dominio español y en la expansión de las confesiones protestantes en el Sacro Imperio Romano Germánico, regido por el tío de Felipe II, el emperador Fernando I de Habsburgo.
El conflicto acabó con la extinción de la dinastía Valois-Angulema y el ascenso al poder de Enrique IV de Borbón, que tras su conversión al catolicismo promulgó el Edicto de Nantes en 1598, garantizando una cierta tolerancia religiosa hacia los protestantes.
Sin embargo, los conflictos entre la Corona y los hugonotes se reavivaron periódicamente, hasta que el nieto de Enrique IV, Luis XIV, revocó tal tolerancia con el Edicto de Fontainebleau de 1685, proscribiendo toda religión excepto la católica, lo que provocó el exilio de más de 200 000 hugonotes.
17 Rebelión Zanj
Con el nombre de Rebelión Zanj se designa una serie de pequeñas revueltas de esclavos contra los árabes que finalmente culminaron en una gran revuelta generalizada, dirigida por Alí ibn Mohammed.
La Rebelión Zanj tuvo lugar cerca de la ciudad de Basora, situada al sur del actual Irak, que tuvo lugar durante un período aproximado de quince años (869 - 883 d. C.). Las revueltas iniciales culminaron en la rebelión de más de 500.000 esclavos que habían sido importados por el califato musulmán y que costó decenas de miles de vidas en el bajo Iraq. Se dice que la revuelta fue liderada por Alí ibn Mohammed, que afirmaba ser descendiente del Califa Alí ibn Abu Talib. Varios historiadores árabes como Al-Tabari y Al-Masudi consideran que esta rebelión fue uno de los más feroces y brutales alzamientos entre los muchos tumultos que afectaron al gobierno central de la dinastía Abbasida de Bagdad.
La Rebelión Zanj ayudó a Ahmed ibn Tulun a crear un estado independiente en Egipto. Solo tras sofocar la revuelta los califas Abbasidas fueron capaces de dirigir su atención hacia Egipto y acabar con la dinastía de Tulun mediante una sangrienta represión.
18 Conquista europea de América
La conquista de América fue el proceso colonialista a través de la sucesión de guerras y conflictos militares ocurridos en el continente americano emprendidos por las monarquías europeas, o en su nombre, con el propósito de incorporar dichos territorios y los indígenas a sus dominios. Para ello se emplearon voluntarios y mercenarios armados organizados por empresarios militares, que podían emplear huestes reales, y que actuaban en nombre de la corona, generalmente sin que dichas organizaciones formaran parte del ejército del rey. La exploración, conquista militar y asentamiento del denominado Nuevo Mundo comienza con Cristóbal Colón en 1492, a favor de Castilla, lo que luego sería España, y seguidamente la emprendieron otras potencias atlánticas como Portugal, Inglaterra, Francia, Holanda o Rusia.
Estos conflictos militares tuvieron su justificación en unas llamadas «causas justas» de la guerra contra los indígenas basadas en las doctrinas del Derecho natural europeo, y cuyos pilares eran la superioridad de los estados europeos, la inobservancia de ley natural por los indígenas, la predicación de la fe religiosa, y la preservación frente a los sacrificios humanos. Este proceso colonial dio lugar a regímenes virreinales y coloniales, que resultaron en la asimilación cultural de la mayor parte de pueblos indígenas, y su sumisión ante las potencias conquistadoras.
Las riquezas de América permitieron que toda Europa creciera, no solo España y Portugal. Este proceso dio lugar a la importación de nuevos productos agrícolas en Europa como el tomate, el maíz, la papa o el cacao, productos que tuvieron un gran impacto también en la economía y en los hábitos europeos de otros continentes. Igualmente, la llegada de las variedades agrícolas y diversidades ganaderas de Eurafrasia produjo un cambio en el paisaje productivo y alimentario del continente americano. La introducción de minerales americanos impulsó enormemente la economía europea pero al mismo tiempo creó situaciones de alta inflación. En los siglos posteriores, el oro y la plata desempeñaron una función importante en el nacimiento del capitalismo, principalmente en los Países Bajos, el Reino Unido y Francia. Este fue un proceso casi permanente, ya que algunas sociedades indígenas opusieron una resistencia constante mientras que otras nunca fueron asimiladas completamente.
España fue la que empezó la conquista y descubrimiento de la mayor parte de América, debido a que fue el país que obtuvo el patrocinio para este viaje y hazaña por medio de los Reyes Católicos. Mediante una bula del papa Alejandro VI, se declaró legítima la posesión española de todas las tierras encontradas más allá de trescientas leguas al oeste de las islas Azores. Más tarde, una ligera modificación repartió el continente americano entre las potencias de España y Portugal, lo cual quedaría ratificado en el Tratado de Tordesillas. Sin embargo, otras potencias europeas emprendieron una conquista y colonización en América posteriormente, a menudo compitiendo entre ellas y con los imperios ya existentes. Entre ellas se encuentran: Francia, Holanda, Inglaterra, Rusia e incluso Dinamarca-Noruega y Suecia.
Los pueblos originarios americanos dominantes intentaron oponerse a la ocupación de los europeos, a pesar de encontrarse en desventaja desde el punto de vista de la tecnología bélica. Las armas y las técnicas de guerra españolas y de las otras potencias europeas eran más avanzadas respecto a las indígenas. Los europeos conocían la fundición, la pólvora y contaban con caballos y vehículos de guerra. Los americanos, en cambio, contaban con una tecnología lítica y carecían de animales de carga, a pesar de ser superiores en número y en conocimiento del territorio. No obstante, el establecimiento de alianzas de los capitanes españoles con líderes nativos, fue decisivo para equilibrar el número de combatientes. Las enfermedades que los europeos llevaron a América —para las cuales los indígenas carecían de defensas— cobraron cientos de miles de vidas y fueron un factor que debilitó las sociedades americanas que, en medio de la guerra, tuvieron que enfrentarse también con el desastre epidemiológico. La historia de este proceso ha sido relatada principalmente desde el punto de vista de los europeos. Salvo en el caso de los mesoamericanos, la gran mayoría de los pueblos indígenas desconocían la escritura. De hecho, los registros de los hechos desde la perspectiva indígena consisten principalmente en relatos recuperados algunos años después por los propios europeos. Se cuenta con ellos en los casos de Nueva España, Perú y Yucatán.
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